Sianame poseía unas manos delgadas y ágiles que le permitían arreglar y unir todo cuanto se rompía. Plumas, figurillas de porcelana, telas agujereadas, muñecas a las cuales se les caía un brazo, patines con una ruedita suelta… y mientras crecía, iba reparando más cosas, algunas más complejas que otras, pero era una habilidad que nadie más poseía y nadie más podría dominar tan bien.
Todo el mundo acudía a ella con sueños, ilusiones, esperanzas o milagros rotos y ella, con paciencia, amor y dedicación, hacía todo cuanto podía para devolverlos enteros y como nuevos. Algunos se volvían más fuertes, otros más delicados, pero al final siempre dependía del cuidado de cada persona, Sianame simplemente los arreglaba, hasta que un día, cuando era aún muy joven, decidió aprender a reparar los corazones.
Pero para poder reparar algo, primero tenía que romperse y Sianame no encontraba ningún corazón roto que alguien estuviera dispuesto a entregarle. Todos pegaban el suyo con cinta adhesiva y los restos los guardaban en los cajones de sus mesitas de noche. Un día Sianame encontró alguien que le prestó su corazón roto, pero ella no conocía aquel corazón y no pudo hacer nada al respecto; descubrió que un corazón roto solo se puede arreglar si lo conoces.
Entonces, Sianame conoció a un muchacho. Swidöm era su nombre. Él poseía el don de entender y gracias a ese entendimiento podía ayudar, pero no todos querían su ayuda y no todos querían ser entendidos.
Sianame nunca supo cómo, pero empezó a hablar con Swidöm y a conocerlo poco a poco, compartieron sus conocimientos y se enseñaron mutuamente a entender y reparar. Ella seguía arreglando las cosas que encontraba o que le llevaran y él trataba de ayudar a las personas. Ella veía cómo Swidöm se empeñaba en ayudar a una persona en especial y cómo al final del día él fallaba siempre. Ella podía ver cómo algo se rompía en Swidöm, pero también veía cómo él mismo trataba de arreglar sus ilusiones y sueños rotos.
Sianame recogía todos los trozos que Swidöm olvidaba en el piso por ser demasiado pequeños. Entre sueños, esperanzas e ilusiones, comenzó a encontrar pedacitos de corazón. Éstos también los guardó.
Durante sus ratos libres, pasaba horas intentando unirlos todos, pero eran piezas de diferentes rompecabezas, era más de lo que ella nunca había arreglado.
Una tarde, Sianame vio cómo el corazón de Swidöm era totalmente destrozado. Él se fue, dejando los trozos sobre el piso y con un vacío en el interior. Ella los tomó con cuidado, corrió a su casa y paso toda la noche arreglándolo.
Al día siguiente, a primera hora de la mañana, sin haber dormido ni cenado, fue a buscar a Swidöm. Él le abrió la puerta y platicaron y comieron durante la mañana. Salieron más tarde, para cambiar de escenario y finalmente, Sianame le entregó la caja que contenía un nuevo corazón, hecho de retazos que se las había ingeniado para hacer encajar a la perfección.
Swidöm lo contempló, recordando todos esos trozos que nunca encontró y pensó perdidos, pero también veía pedacitos que no le correspondían ni a sus ilusiones ni a él. Eran pedazos del corazón de alguien más. Alzó la vista y al ver los ojos de Sianame, entendió que esos trozos, eran de ella. Del corazón y los pedazos de amor que Swidöm había dejado, trataban de llenar esos espacios que Sianame había sacrificado.
El amor de Swidöm no los cubría por completo, eran como migajas ajenas, pero aún no entendía por qué ella se había sacrificado de tal manera.
-¿Por qué lo hiciste? –preguntó finalmente, aún con el corazón nuevo en sus manos.
-No lo sé. Supongo que son el tipo de cosas que solo hacer por amor y sin ninguna otra explicación –ella sonrió, con cierta esperanza brillando en sus ojos, la cual se rompió al ver dentro de los ojos del muchacho y entender, como él le había enseñado.
Entendió que había roto su propio corazón para arreglar el de alguien más. Había intentado sellar esos espacios con los trozos de un amor que ni siquiera eran para ella, con la esperanza de poder sellarlos completamente cuando Swidöm agradeciera el arreglo de su corazón con un amor que si fuera para ella. Pero nunca sus esperanzas habían volado tan alto y se habían estrellado con tanta fuerza contra el suelo.
Entendió en los ojos de Swidöm que él, a pesar de estar tan agradecido por aquello, no podría nunca arreglar el corazón de ella. Entonces cerró los ojos un momento, se levantó dándole una sonrisa rota al muchacho y con sus bolsillos llenos de pedazos de todas las cosas que había albergado en su interior, salió a buscar una manera de arreglar algo suyo por primera vez.
*Sianame es un anagrama de la palabra "Saneima" que significa "unir" en Islandés.
-Diana Brubeck
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